Good Beer Hunting

Humanity in Hospitality

Bajón Total — El Precio Físico, Psicológico y Financiero que Pagan Las Mujeres Al Trabajar en la Industria Cervecera

Antes de la pandemia, Amber Dernulc asistía a 8 o 10 festivales de cerveza por año, además de un par de otros eventos relacionados con la cerveza cada mes. Ella ha trabajado en la industria cervecera británica desde 2014 en varias posiciones, incluyendo la de gerente de operaciones en Burnt Mill Brewery y como gerente de procura para el distribuidor Jolly Good Beer. Viajar a tales festivales y eventos era—y, a medida que las agendas de la industria comienzan a ocuparse de nuevo, continuará siendo—una parte regular de su vida laboral. Eso significa que en su más reciente rol de ventas para el Queer Brewing Project, probablemente se estará colocando de nuevo en una posición poco familiar entre consumidores de cerveza desconocidos.

[Advertencia de contenido: Este artículo contiene discusiones de acoso sexual, agresión y violencia.]

Existe un protocolo estricto en su planificación cuando se le requieren estos viajes, un juego de malabares de conveniencia y protección que ha perfeccionado en el curso de su carrera.

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“A través de los años de alguna manera he aprendido qué hacer cuando asisto a festivales de cerveza'', explica. “Generalmente me aseguro de estar acompañada. O estoy junto a algún colega o alguien de la industria, pero que sea un buen amigo. Si el festival es en una ciudad en la cual conozco a alguien donde pueda pasar la noche, elijo esa opción … [pero sino] siempre reservo un hotel. No confío en Airbnb; pienso que no es nada seguro, especialmente si estás sola. Es incuestionable.”

Optar por la seguridad de un hotel en lugar de un alquiler de corto plazo es casi siempre más costoso. (Lo cual, aunado al hecho que hay una probabilidad menor que mujeres ocupen posiciones gerenciales importantes en la industria—y que las mujeres en Estados Unidos ganan aproximadamente 79 centavos por cada dólar que ganan los hombres, mientras que las mujeres en el Reino Unido ganan cerca de 83 peniques por cada libra esterlina que gana el hombre—significa que viajar por trabajo tenga un costo financiero adicional). Pero para Dernulc, es un precio pequeño a pagar a cambio de tranquilidad mental. Ella analiza cada aspecto de su viaje a través de una óptica de evaluación de riesgo para minimizar cualquier chance de vulnerabilidad mientras viaja.

“Si tuviese que asistir [a un festival de cerveza] por mí misma, probablemente pensaría, ‘Ok, no te embriagues mucho, debemos asegurar que hemos planeado bien nuestra vuelta a casa a salvo.’ Incluso solo caminar con alguien que se hospeda en el mismo hotel, o pedir un Uber. Todo debe ser planeado con antelación,” dice Dernulc, explicando que incluso prefiere reservar el mismo hotel cuando vuelve a ciertas ciudades para maximizar su familiaridad con el entorno.

Este régimen de planificación se extiende a las formas en las que se presenta, tanto como persona como representante de su empleador. “Siempre coloco mucha consideración a la ropa que uso,” dice Dernulc. “Obviamente, si estoy en un festival de cerveza, quiero lucir profesional. Es mi trabajo. Quiero lucir bien; me gusta presentarme de buena manera, pero debo tener cautela de no lucir demasiado bien o provocativa. Realmente disfruto usar maquillaje pero no puedo usar demasiado, o usar un tipo particular de maquillaje porque no deseo que la gente se sienta con derecho a conversar conmigo.”

La extensa experiencia de Dernulc navegando las aguas cortadas de ser una mujer en la industria de la cerveza significa que siempre tiene planes de contingencia. “En el festival, hay al menos un stand en el que soy bienvenida a esconderme para alejarme de la gente. Siempre debo tener un lugar seguro, ya sea la cervecería de un amigo o la cervecería donde trabajo—siempre debe haber un lugar seguro para mi. Puede ser donde guardo mi abrigo, o mochila, pero también un lugar donde puedo ir continuamente y volver a pisar tierra, ya que desde luego todos los festivales son entornos distintos.”

UNA HISTORIA TAN ANTIGUA COMO EL TIEMPO

Las experiencias de Dernulc son algo frecuente. Sopesar el riesgo versus recompensa, es una cuerda floja que muchas mujeres deben transitar en sus carreras, y esto es ciertamente real dentro de la cerveza artesanal, donde los límites entre las interacciones profesionales y personales no están tan bien definidos como en otras industrias. Los festivales y otros eventos similares es donde se lleva a cabo una gran parte del negocio de la cerveza—pero en función de participar en ese intercambio, y realizar su trabajo en su total extensión, las mujeres frecuentemente se enfrentan a una carga desproporcionada en términos de exposición a un potencial daño.

Una nota rápida respecto a los géneros expresados en este artículo: Estoy siguiendo la dirección del autor Gavin de Becker en su libro, The Gift of Fear: And Other Survival Signals That Protect Us from Violence. En él afirma: “Los hombres de todas la edades y en todas partes del mundo son más violentos que las mujeres. Por esta razón, el lenguaje en este libro en su mayoría hace referencia al género masculino. Cuando se trata de violencia, las mujeres pueden orgullosamente renunciar reconocimiento en el lenguaje, porque al menos aquí, lo políticamente correcto sería estadísticamente incorrecto.” En función de la simpleza editorial he elegido seguir esta convención, reconociendo al mismo tiempo el riesgo adicional para aquellos que existen fuera de los géneros binarios, así como los miembros de las comunidades marginadas.

A pesar que los eventos de cerveza pueden ser sociales y divertidos, también son fluidos e impredecibles. Navegarlos, como describe Dernulc, requiere con frecuencia realizar cambios camaleónicos, sutilmente—y algunas veces no tan sutilmente—ajustando la conducta alrededor de extraños en función de mantenerse seguras.  

“Soy bastante amistosa. Soy bastante del tacto. Sonrío bastante, y bromeo mucho. Sin importar quien seas, esa es mi conducta y es la manera como interactúo con la gente,” dice Dernulc. “Pero encuentras que muchos hombres interpretan esto como coqueteo o que abre paso a ese comportamiento. Y la respuesta es que, no, interactúo de esta manera con todos, así que debes tener mucho cuidado cuando conversas con alguien. Debo modular mi comportamiento y debo revisar que tan amistosa estoy siendo, o cuán cordial, si estoy atrayendo una atención no deseada.”

Esta auto-vigilancia, modificación de la conducta y continua evaluación del riesgo, pasa factura de muchas formas, incluyendo el desarrollo profesional. En la búsqueda de fuentes para este artículo, conversé con otra mujer en la industria de la cerveza (la cual prefiere mantener el anonimato) vía mensaje directo en Twitter. “Las mujeres debemos, incluso si eso significa perder oportunidades de networking al no asistir a eventos, retirarse temprano o moverse siempre acompañadas,” comenta. 

Lauren R. Taylor dirige Safe Bars HQ, una organización que enseña a empleados de establecimientos de comercialización de alcohol, habilidades de intervención a observadores para prevenir e interrumpir agresiones sexuales. “Otro costo enorme es hacer nuestras vidas más pequeñas. No hacemos las cosas que queremos hacer, no conversamos con las personas que queremos. Vemos un rango más pequeño de posibilidades para nosotras.”

“He trabajado para compañías donde he sido la única mujer, e ir de tragos con tus colegas no es seguro'', comenta Dernulc. “No me siento segura”. A pesar de la sensación generalizada de peligro potencial, ella no siente que la trayectoria de su carrera se haya desfavorecido debido a su género. “No pienso que ser una mujer me haya perjudicado'', dice. Sin embargo, admite que las mujeres que son nuevas en la industria pueden no tener el mismo reconocimiento o respeto que ella disfruta como veterana de la industria. 

FESTIVALES DE MIEDO

A pesar de su naturaleza rutinaria, muchos de los ajustes que realizan las mujeres en pro de su seguridad son invisibles para sus compañeros masculinos, colegas y superiores, y tienen un impacto detrimental en su trabajo. “Cuando trabajé como escritora de viajes, me encontraba presupuestando estudiosamente mientras mis contrapartes masculinos podían salir toda la noche de fiesta con personas locales y determinando dónde dormirían una vez que llegaban al lugar. Honestamente me sentía muy celosa,” escribió en Twitter Emily Saladino, editora asociada para Wine Enthusiast

A principios de 2020, creé una encuesta, la envié a 149 profesionales de la industria de la cerveza que se identifican con el género masculino, para realizarles preguntas como: “¿Alguna vez has considerado tomar precauciones de seguridad al viajar a eventos cerveceros (conferencias, festivales, etc.)?” y “¿Alguna vez te has sentido inseguro trabajando en la industria del alcohol o al asistir a algún evento relacionado con el alcohol?” Si bien la encuesta capturó una pequeña porción de las experiencias, la abrumadora mayoría de respuestas demostró, al menos, una disparidad entre las personas masculinas y las personas femeninas trabajando en la misma industria.

Cuando preguntas, “¿Alguna vez has considerado tomar precauciones de seguridad al viajar a eventos cerveceros (conferencias, festivales, etc.)?” 73% respondió “no”. De aquellos que respondieron “si,” las precauciones variaron desde “lavarse las manos” a “tener un conductor designado” o incluso “comer una buena comida y tomar mucha agua”. Solo una pequeña fracción de encuestados mencionaron preocupaciones de seguridad como “tener un amigo” o “alojarse en una parte segura de la ciudad.”

La misma encuesta mostró que  66% de los encuestados respondió “frecuentemente” o “ocasionalmente” a la pregunta: “¿Alguna vez te has embriagado de más en un evento cervecero en una ciudad en la que no vives?” 34% afirmó “nunca haberlo hecho”. Pero tal vez la más reveladora de todas fue la pregunta: “¿Alguna vez te has sentido inseguro trabajando en la industria del alcohol o al asistir a algún evento relacionado con el alcohol?” 68% de los hombres respondió, “Nunca me he sentido inseguro en ningún evento.” 

¿POR QUÉ AHORA?

Esta disparidad entre las experiencias de hombres y mujeres en la cerveza no es nada nuevo. Pero para muchos la extensión del sesgo, violencia e inequidad que enfrentan las mujeres sólo se hizo aparente cuando Brienne Allan, gerente de producción en Notch Brewing en Salem, Massachusetts, publicó una pregunta a otras mujeres en su perfil de Instagram el 11 de Mayo de 2021: “¿Que comentarios sexistas han experimentado?” 

El requerimiento inspiró a más de 1.000 personas, la mayoría anónimas, a compartir sus historias. Esa avalancha espontánea ha demostrado cuán frecuente las barreras del género refrenan a las mujeres, ya sea a través del trauma, oportunidades profesionales truncadas, bullying sexista o violencia física e intimidación. Algunas de las historias provienen también de mujeres que han abandonado la industria, motivadas por tales tratos u obstaculizadas por los escollos omnipresentes que la cerveza artesanal ha voluntariamente pasado por alto.

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Abrumada con la responsabilidad de compartir esas historias, Allan describe la aplastante e inesperada carga de convertirse en guardiana de semejante manifestación en la cerveza artesanal hasta ahora. Ella señala la enorme cantidad de historias corroboradas sobre ciertos individuos o cervecerías como una dura realidad, pero una que a su vez abre el camino para un cambio verdadero. “Una persona denuncia [y] muchas y muchas más luego, se convierte en un momento: ‘Deberíamos probablemente comenzar a prestar atención y tomar a las personas de la industria en serio’” dice Allan. “Siento que nuestra sociedad está condicionada a saber que las mujeres son abusadas, y de alguna manera lo normalizamos porque es algo de esperar.”

Las acusaciones también han dejado claro el amplio espectro de comportamiento predatorio en la cerveza, desde comentarios “es solo una broma” en taprooms a preguntas ilegales durante el proceso de reclutamiento respecto a planificación familiar. Aunque algunos puedan no percibir tales instancias como de igual gravedad como crímenes de agresión física o sexual, en realidad contribuyen a la sensación de impunidad y permisividad de la industria en lo que respecta a tratamiento sexista de trabajadoras y consumidores femeninas. El gran número de mujeres que se han desilusionado con la industria de la cerveza—así como aquellas que la han abandonado por completo—significa que es imposible calcular las pérdidas que ha enfrentado la industria como consecuencia de esas conductas. 

El volumen de historias publicadas por Allan puede sentirse abrumadoramente difícil de procesar, incluso para un escritor cínico bastante acostumbrado a estas historias. Pero no son nada sorprendentes, o singulares. La industria del vino, destilados y otras industrias del alcohol, también han enfrentado sus propias manifestaciones. Sarah May, sommelier certificada y propietaria de Taste Georgia, un grupo de turismo gastronómico que representa el campo rural de Georgia, debe lidiar con las dudas acerca de la elección de su carrera casi a diario. “Últimamente me encuentro tratando de evitar eventos simplemente a causa de los hombres. No me visto como quiero, me corto el cabello, no voy a catas e incluso pienso en terminar mi carrera en el mundo del vino sólo para evitar a los hombres … la seguridad aún no es gratis para las mujeres. El hecho que este tema apenas se discuta me preocupa.”

Ni el alcohol por sí mismo, ni la naturaleza social o celebratoria de los festivales, son responsables por las acciones de los depredadores. Si bien las historias de Allan incluyen un número de afirmaciones perpetradas en eventos cerveceros específicos, las historias diarias de acoso parecen igual de graves, especialmente para aquellos que han experimentado e internalizado agresiones similares.

HOMBRES VS MUJERES

La avalancha de historias como aquellas compartidas en el Instagram de Allan y en Twitter, junto a reportes que muestran que el 60% de las mujeres que trabajan en hospitalidad en Estados Unidos han experimentado violencia sexual en sus lugares de trabajo, indican que los hombres permanecen exemptos e inconscientes de los peligros que las mujeres encuentran comunmente—si es que ellos no son complices en perpetrarlos o permanecer silentes cuando son testigos de acciones de terceros. 

Betty Bollas es presidente y co-propietaria de Fibonacci Brewing Company en Cincinnati, Ohio, y previamente completó el Queen City Certified gender equity program para asegurar la seguridad de los empleadores y empleados. Ella considera altamente problemática la desconexión entre las experiencias de hombres y mujeres. 

“Creo que 100% de las mujeres han sido acosadas sexualmente'', dice. “Creo que el 100% de las mujeres han sido agredidas sexualmente, porque las personas no siempre se sienten cómodas al identificar el tacto inapropiado de alguien como eso, y es eso! Y quién sabe si incluso una violación, hay muchas cosas que las mujeres se sienten con miedo de reportar”. Según RAINN, la organización estadounidense más grande contra la violencia sexual, una de cada seis mujeres estadounidenses será víctima de un intento frustrado o no de violación durante su vida, para un promedio de 463.634 víctimas de violación con edad superior a 12 años cada año. Dependiendo de la raza o etnia, este numero es frecuentemente mayor; las nativas americanas tienen el doble de probabilidad que otros grupos de experimentar una agresión sexual.

La Equal Employment Opportunity Commission de Estados Unidos define el acoso sexual incluyendo instancias de “avances sexuales no deseados, petición de favores sexuales, y otros acosos verbales o físicos de naturaleza sexual,” especificando que puede también incluir comentarios ofensivos sobre el género de una persona. “Aunque la ley no prohíbe la provocación simple, comentarios fuera de lugar, o incidentes aislados que no son tan serios, el acoso es ilegal cuando es tan frecuente o severo que crea un entorno hostil u ofensivo o cuando resulta en en una decisión laboral adversa (como el despido o degradación de una víctima).”

Desde luego, diferentes percepciones sobre lo que es “apropiadamente” hostil o no cae en un área legal gris, una que típicamente no favorece a las víctimas. Puede tomar muchas instancias de microagresiones sin revisión para construir un caso de acoso—lo cual es razón de más para denunciar conductas que “no son tan graves” antes que estas escalen. Porque lo harán, y eso pasa una gran factura. “Bromas” sobre la habilidad o apariencia de una mujer puede conducir a que sus colegas comiencen a tratarlas como menos capaces, les de menos credibilidad, y normalicen un sesgo sexista. Esto puede afectar los potenciales salarios y el ascenso de las carreras de las mujeres, así como dar una señal de que es aceptable tratar a una persona como menos de lo que es, debido a la manera como nacieron o se presentan. Mientras tanto, fracasar en respetar el concepto de consentimiento, comienza con límites corporales como abrazos no deseados y pueden escalar hasta agresiones. 

Estadísticamente, los perpetradores de agresión sexual no son extraños aleatorios en un festival de cerveza, sino más probable que sea un compañero de trabajo, colega o amigo. A pesar del riesgo asimétrico, mujeres como Dernulc aún confían en otros hombres, sea un novio o compañero de trabajo, como manto de protección al navegar multitudes de (en su mayoría) hombres en eventos cerveceros. Ella ríe de manera amarga a la ironía de necesitar un hombre para protegerla de otros hombres. 

Allan también tiene historias personales. “Soy acosada sexualmente en cada festival de cerveza al punto en el que digo, ‘No quiero hacer esto de nuevo,’ comenta. “No sé por qué esa conducta debe escalar en los festivales. Tal vez es un entorno social donde se ven rodeados por otros hombre haciéndolo y piensan que es normal y lo adoptan para sí.”

MUJERES PROTEGIENDO MUJERES

Para navegar una industria donde un sesgo sexista, acoso y amenazas de violencia son habituales, muchas mujeres han buscado el apoyo de otras mujeres.

En Text Me When You Get Home: The Evolution and Triumph of Modern Female Friendship, la autora Kayleen Schaefer explica: “Esto es debido a que las mujeres que dicen, ‘Escríbeme cuando estés en casa,’ no solo están buscando la tranquilidad de saber que has llegado a tu cama a salvo. No es solo por seguridad. Es sobre solidaridad. Es sobre nuestra consciencia de lo perturbador que puede ser cuando has estado rodeado de amigos y luego de pronto te encuentras sola de nuevo. Es sobre comprender que las mujeres solas son objeto de atención no deseada y escrutinio.”

Muchas mujeres en la industria han respondido a tales situaciones viajando en grupo, o ayudándose unas a otras. “Si veo a alguien ebria, pregunto, ‘Ok, ¿estás segura? ¿A quién conoces? Deja que te busque un vaso con agua,’” explica Dernulc. 

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Sarah May de Taste Georgia ve esta solidaridad entre mujeres como algo necesario para existir dentro de la industria del alcohol. “En catas y eventos, nosotras [las mujeres] debemos estar y permanecer juntas, y abandonar el lugar juntas. Somos poderosas en grupo. Encuentro que soy más acosada cuando estoy sola. También experimento más mansplaining cuando voy a catas y eventos sola,” dice. Taylor de Safe Bars HQ concuerda. “La red de mujer-a-mujer es aún algo real.”

Este sistema de apoyo, si bien es crucial y universal, no es siempre accesible. Cervecerías con nóminas pequeñas solo pueden cubrir el enviar a un solo representante a determinado evento, o solo enviar a una mujer junto a algún hombre. En estas instancias, Dernulc comenta que sus precauciones se multiplican.

“Si debo asistir a un evento en el que no conozco a nadie más y soy la única representante de mi cervecería, no consumo alcohol,” dice. “Soy bastante cautelosa de cuanto bebo, si lo hago, lo que estoy tomando y también juzgo a quienes están a mi alrededor. ‘Ok, no me gusta la manera como esa persona me está viendo,’ o sabes cuando obtienes malas vibras de personas y activamente las evitas.” Ocasionalmente, estas vibras son el resultado de prolíficas “redes de murmullos”: conversaciones privadas diseñadas para advertirnos unas a otras de malos actores evitando al mismo tiempo represalias físicas o legales de los sujetos en cuestión. Con frecuencia es la única línea de defensa disponible, y una en la que grupos marginados han confiado por generaciones en función de la supervivencia.

EL PROBLEMA CON EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN

Cuando ocurren actos de violencia en cualquier lugar, sea en un festival de cerveza, conferencia o cualquier otro entorno profesional, las reacciones iniciales frecuentemente caen sobre la víctima, o se atribuyen a la presencia de alcohol. Esto se ajusta a la actual definición por parte de la sociedad de la “cultura de la violación,” cuya investigación por parte de la Marshall University define como “un entorno en el que la violación es prevalente y en el cual la violencia sexual en contra de la mujer es normalizada y excusada en los medios y la cultura popular. La cultura de la violación es perpetuada a través del uso de lenguaje misógino, la objetificación del cuerpo de la mujer, y la glamorización de la violencia sexual, creando por tanto una sociedad que menosprecia los derechos y seguridad de la mujer.” 

Ellas mencionan ejemplos de cultura de la violación, que incluyen situaciones como “bromas” sexualmente explícitas, perpetuando una narrativa de la mujer que viste de cierta manera es la culpable, enseñando a las mujeres a evitar la volación en lugar de enseñar a los hombres a no ser violadores—frases familiares y conceptos para muchas mujeres trabajando en la industria de la cerveza y más allá.

Taylor reconoce la importancia de la autodefensa, pero condena la actual dinámica de poder de mujeres forzadas a ser responsables de su seguridad en lugar de los hombres ser responsables de sus acciones. “La lista de consejos, como hacer que alguien te acompañe a tu auto, creo que son dañinos,” dice Taylor. “Nos configura a auto culparnos. Existen 431 de estas recomendaciones, y un día haces 430 y te atacan, entonces es tu culpa.”

La fuente anónima recuerda el primer evento que la llevó a auto culparse—un encuentro violento luego de una convención cervecera en 2018. “Nunca le he contado a nadie sobre ello porque cometí muchos errores de seguridad que condujeron a que eso sucediera'', explica. Este común denominador se repitió a través de numerosas historias compartidas conmigo para este artículo, con palabras como “irresponsable” y frases como, “Fue un error de mi parte, pero me estaba divirtiendo.”

En la pieza de Kate Bernot “Get Out of Your Own Way — Employees Won’t Speak Up Until the Brewing Industry Tears Down Its Walls,” publicado en Good Beer Hunting el 28 de Enero de 2021, una fuente comparte la culpa y miedo a represalias que la condujeron a permanecer en silencio sobre un compañero de trabajo que la agredió sexualmente. Tener que elegir entre seguridad y una carrera es una carga perjudicial que las víctimas deben soportar, y una que solo inhibe conversaciones sobre tratamientos sexistas en el lugar de trabajo.

“Incluso cuando colocas todas estas cosas en práctica, y te encuentras con un grupo de amigos en un lugar conocido, aún así las cosas salen mal'', dice Dernulc. Ella describe un viaje a Amsterdam con amigos, donde un viejo conocido de la industria cervecera inesperadamente acarició su cuello sin aviso ni consentimiento. No fue indignante, admite, pero ese tanteo fue una invasión suficiente que la hizo paralizar. “Miré a mi grupo de amigos en el que había tres chicas y dos chicos, y todos me miraron con la expresión, ''¿Estás bien? ¿Eso acaba de pasar?’ y yo, ‘sucedió ¿no? Eso no fue normal, ¿no?’ Ellos respondieron, ‘Eso no es normal, vámonos de aquí.’ Así que incluso en un lugar en el que piensas que estás segura, donde te sientes segura, aún sucede.”

Así como el COVID-19 no causó inequidades sociales tanto como reveló las grietas de las que ya existían, el alcohol tiende a exacerbar las conductas inapropiadas y dinámicas desequilibradas de poder. “El alcohol no causa la agresión sexual,” apuntaTaylor. “Es usado como una excusa”. Pero para las mujeres que trabajan en la industria de la cerveza, y en especial las mujeres que asisten a un festival fuera de sus entornos familiares, el conocimiento de que muchos usan el alcohol como coartada para su mal comportamiento solo amplifica la ansiedad en el trabajo. 

¿AHORA QUE?

El dominio bien establecido del hombre blanco en la cerveza ha significado que la industria aún debe abordar los vastos cambios necesarios para hacerla un lugar universalmente seguro y edificante para las mujeres y grupos marginados. Iniciativas como el código de conducta de la Brewers Association son herramientas útiles a nivel superficial—no obstante difíciles de implementar—que buscan reducir el riesgo de daños. Sin embargo, hasta que quienes toman las decisiones en la industria enfrenten sus propios sesgos inconscientes, la cerveza artesanal nunca logrará su deseado potencial como precursor de la equidad y los espacios seguros. Adicionalmente, cuando aquellos en control de los medios mencionados han sido acusados de participar activa o pasivamente en una cultura tóxica, las víctimas no pueden esperar un proceso imparcial ante la justicia.

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Así mismo, la disonancia cognitiva de ser bombardeados constantemente con mensajes sobre la inclusividad de la cerveza artesanal, contra la muy real, muy tóxica y muy peligrosa realidad, ha dejado a una generación entera de mujeres y otros grupos marginados mirando alrededor y preguntándose, “Si la cerveza artesanal está 99% libre de imbéciles, ¿por qué estamos rodeados de ellos?”

“Un país tan claramente gobernado y controlado por hombres no va a ser reestructurado de la noche a la mañana,” comenta Schaefer en su libro. Tampoco en la industria, Dernulc, personalmente, está preparada para que las mujeres se liberen de la carga y abordar el problema de raíz.

“Me molesta que la conversación gravite hacia las mujeres siempre de manera, ‘¿Como pueden crear más seguridad para ustedes?’” dice Dernulc. “Cuando tienes paneles en conferencias que abordan el sexismo o acoso sexual en la industria, y siempre están conducidas por mujeres, digo, ‘No!’ Quiero que los hombres estén allí y digan, ‘Necesitamos abordar este tema. Necesitamos discutir lo que no está bien para que las personas puedan aprender.’ Ese es el cambio que deseamos ver … no debería ser como las mujeres pueden mantenerse a salvo. Esa no es la conversación que deseamos tener.”

Allan piensa que más organizaciones necesitan compartir la carga que los individuos han estado llevando durante años. “Si las cervecerías están organizando festivales y realizando colaboraciones, deberían hacerse responsables por quienes trabajan para ellos, porque ellos están aceptando esa conducta'', comenta. “Pienso que eso sería un respaldo, si las cervecerías pudiesen dar un paso al frente y decir, ‘no toleraremos más este comportamiento.’”

Jenny Pfäfflin, Advanced Cicerone y brewer en Dovetail Brewery en Chicago, señaló en Twitter la carencia de opciones para mujeres que buscan un espacio seguro en festivales, llevando al fundador de Barrel & Flow Fest Day Bracey a agregar un código de conducta de cero tolerancia para todos los asistentes a futuros festivales. Con suerte, otros lo seguirán.

Existe una clara necesidad de tales políticas así como también mujeres ocupando más posiciones de toma de decisiones a través de la industria. Dernulc describe otra instancia en Indy Man Beer Con hace unos años, donde uno de sus clientes la aisló de su grupo y menospreció su incomodidad al escalar su comportamiento. “Estaba absolutamente aterrada. Lo empujé, grité, tiré mi copa y un tipo comenzó a gritarme por haber tirado la copa—un guardia de seguridad, que no hizo nada. Estaba temblando,” recuerda. Sin ser capaz de contar con los organizadores para su protección, Dernulc—y muchas otras mujeres—continúan dependiendo de redes mujer-a-mujer y el instinto de conservación para su seguridad.

En este punto, examinar los peligros que enfrentan las mujeres al trabajar, o simplemente disfrutando, la cerveza se siente decepcionantemente redundante. Desde el escándalo de acoso sexual en Boulevard Brewing Company a principios de 2021 hasta la absoluta abundancia de historias compartidas por Allan en Instagram, los reportes generalizados compilados en Beervana, y muchos mas, es claro que este asunto se ha extendido por mucho tiempo. Hasta que la industria de la cerveza examine su arraigada misoginia, el riesgo de mujeres individuales denunciando podría raramente valer la recompensa colectiva.

“Estoy harta de ver a mujeres discutir como pueden estar seguras,” dice Dernulc. “Quiero que los hombres tengan la iniciativa de decir, ‘¿Como podemos identificar las señales cuando alguien se está propasando? ¿Cómo podemos identificar las señales de que una mujer se está sintiendo infeliz o incómoda?’” 

Las mujeres y grupos marginalizados han tenido la participación mayor de trabajo al generar consciencia y de hacer lobby en contra de la inequidad sexista en la cerveza. Gracias a los testimonios de cerca de 1.000 personas la pasada semana, el asunto se ha vuelto imposible de ignorar—por ahora. Si la cerveza artesanal tiene serias intenciones de generar un cambio real hacia el futuro, la responsabilidad está ahora en manos de los hombres para arrancar la misoginia de raíz, hacer rendir cuentas a sus compañeros y trabajar para hacer a la industria un lugar más seguro para todos.

Textos, Beth DemmonIllustraciones, Colette Holston Language