Good Beer Hunting

House Culture

El Bar en el Fin del Mundo

Cuando conocí a Tom por primera vez tenía 24 años, y había fantaseado con abandonar la carrera de marketing y abrir mi propia versión del Café de Deux Moulins durante un par de años. Estando en bancarrota y con una trayectoria en relaciones públicas, había decidido en aquel momento que nunca lo lograría. Así que guardé la idea, prometiendome que, tal vez un día, sería una de esas mujeres inteligentes vestidas de traje que se fatigan a los 45, pasan 10 años en una comuna, dejan crecer gris su cabello y abren una tienda de té con una vibra de inciensos y cristales como un proyecto prematuro de retiro.

Tom no sabía nada de esto cuando me conoció, evidentemente. 

El sueño estuvo dormido durante algún tiempo. Nos mudamos juntos; cambié mi carrera de relaciones públicas al marketing digital; Tom hacía cerveza en casa, yo escribía en un blog; nos casamos en una granja en Lake District de Beltane en 2019. A través del tiempo, Tom se volvió cada vez más insatisfecho con su trabajo. Como ingeniero aeroespacial para Rolls Royce, había experimentado estabilidad en el lugar durante algún tiempo, y en su mente en segundo plano había estado pensando en qué lo haría más feliz. 

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Tom había considerado la idea de iniciar una cervecería ya un par de veces, basado en sus esfuerzos de homebrewing. Pero conversar con profesionales de la industria—como Steve Dunkley de Beer Nouveau en Manchester y Adrian Chapman de Wishbone Brewery en Keighley, Yorkshire—nos mostró que no era un plan sostenible para nosotros. 

En su lugar, ambos disfrutamos el comercio especializado en el pasado. La idea de ayudar a las personas a encontrar exactamente lo que están buscando es algo que continuamos haciendo. Bromeamos acerca de ello luego de fiestas de Halloween y en viajes en tren hacia Manchester o Hebden Bridge—“iniciemos nuestro propio negocio”. Excepto que realmente yo nunca bromeaba. En 2017 recopilamos nuestros fragmentados planes de negocio y los convertimos en un solo gran plan maestro de vida. Entonces, satisfechos de haber encontrado una idea para nuestras vidas futuras, las cosas siguieron con normalidad durante un tiempo; yo escribía, él trabajaba.

El año pasado, El estable trabajo en ingeniería de Tom llegó a un abrupto final cuando Rolls Royce intentó tercerizar su trabajo en el extranjero; huelgas y acción sindical continúan hasta al día de hoy. Mientras tanto, tomó el desempleo involuntario, y a los 30 años de edad, se vió forzado a re-evaluar lo que deseaba hacer con su vida.

Una rutina tallada en tu vida es difícil de drenar. Cuando volvió a casa ese día para nunca más regresar al trabajo, nos sentamos tranquilos en el jardín por tantos días idénticos que el sol de finales de la ́ primavera comenzó a broncear nuestra piel, y nos preguntamos como lucirían nuestras vidas después de todo esto. Había un virus mortal en las calles de ciudades cercanas a la nuestra en ese momento. En lugar de planificar nuestro futuro, donde sabíamos que existiría un bar, esperamos.

MI CASTILLO, MI CIUDAD

Nueve años atrás, luego de conocer a Tom, dejé de mudar mi triste colección de efectos personales alrededor de todo el país e hice de Clitheroe—en East Lancashire, al noroeste de Inglaterra—mi hogar. 

Clitheroe es una linda ciudad mercantil en algún lugar cerca del Ribble Valley. Tenemos, como señalan los medios con regularidad, gran cantidad de gastropubs galardonados cerca, y nuestras tiendas de café, pastelerías y mercado son, en mi opinión, de clase mundial. Sobre la biblioteca se posa una torre reloj que puedo escuchar repicar desde la ventana de mi habitación, y debajo hay calabozos de 400 años de antigüedad—parte del edificio fue una sala discutible alguna vez, usada mayormente para litigación contra deudores. Al mirar por encima del parque victoriano hay un castillo—en realidad en estado ruinoso—con evidencia de daños por catapulta luego de una breve ocupación de la milicia de Lancashire en 1649. Desde sus murallas hay una vista perfecta al distrito de Pendle levantándose sombría y hermosamente desde el valle, una colina famosa por hacer un puente en el espacio entre la historia y el folclore, donde mujeres sabias fueron perseguidas como brujas, y donde el paganismo y la anarquía persistió hasta bien entrado el siglo 16. Un giro hacia el oeste, y en un día despejado, verás los picos más altos de Yorkshire Dales en la distancia. Al momento de escribir esto, brillan con la nieve.

Esta es la tierra de la pinta de Bitter.

Trabajar en la industria de las bebidas acá significa usar un poco la imaginación. Personas de todas las edades toman ales acondicionadas en cask, servidas a través de un sparkler para crear la espuma cremosa perfecta. En los últimos cinco años, la excepción de cerveza artesanal a esta regla se ha convertido cada vez más en algo común, y donde sea que ambas se encuentren, se sientan cómodamente lado a lado en el bar. 

Toma años incluso para las tendencias más dominantes llegar hasta nuestra ciudad. En principio, fue difícil ver como una pandemia global podría afectar a Clitheroe. Eso sonaba como un problema de las metrópolis.

Cuando inicié mi blog sobre cerveza cerca de cuatro años atrás, solo había un pequeño micropub que vendía cerveza artesanal en Clithroe llamado The Ale House. Ahora las cosas han cambiado, pero las West Coast IPAs y Milkshake Sours no han sobrepasado aún a la Real Ale. Nunca lo harán. Considero que eso es algo bueno.

Toma años incluso para las tendencias más dominantes llegar hasta nuestra ciudad. En principio, fue difícil ver como una pandemia global podría afectar a Clitheroe. Eso sonaba como un problema de las metrópolis. Sin embargo, pasé la totalidad de Marzo de 2020 en una tormenta eléctrica de ansiedad y estrés, extrañando Weinsalon Natürel en Colonia y el evento SIBA BeerX 2020 en Liverpool, rehusandome eventualmente a abandonar mi casa. Y luego llegó el primer confinamiento. Como muchas personas en ese momento, me sentí incapaz de hacer algo en absoluto. Leí libros sobre caballeros y bosques ancestrales. Me posaba en el banco del jardín con un calor irrazonable, viendo fijamente al cielo despejado, escuchando el reloj de la torre. Y me negaba absolutamente a pensar en el bar que habíamos estado intentando abrir en los últimos meses.

LA CULTURA DEL CORTO

En 2018, visité junto a Tom, León y Órbigo Valley, al noroeste de España, invitados por amigos de la cooperativa de plantación de lúpulo The Spanish Yard hop a quienes conocí en línea. Oscar Grande y Oscar Muñoz (o “Oscar Uno y Dos” como les gusta presentarse) trabajaban en el departamento de marketing de la cooperativa en ese momento, promoviendo una generación de cultivadores independientes de lúpulo con mentalidad ecológica en un área donde el lúpulo ha sido un cultivo tradicionalmente redituable y exportado fuera de España desde la Primera Guerra Mundial.

Fue en la ciudad histórica de León donde descubrimos las reglas locales de las tapas, y el “corto.” Un corto es una pequeña cerveza, cerca de la mitad de una caña, o 150 ml, y en la mayoría de los bares cerca de León, cuesta alrededor de €1.20. Con cada corto, se te ofrece un snack que es increíblemente generoso. Algunas tabernas sirven jamones y quesos locales—un favorito particular de Oscar Dos era un queso azul llamado Cabrales, fabricado en Asturias. Algunos prefieren la morcilla Leonesa: una versión suave y local de la morcilla. Uno de los lugares que más me gustó tenía bols de patatas fritas servidas con paprika, sal y una salsa picante con chile de Rioja.

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Luego de meses de intentar nombrar hipotéticamente el bar en el tope de nuestro plan de negocios, nos decidimos por Corto. Amamos el espíritu de compartir y tapear que encontramos en León. Sin importar nada más, quisimos trasladar algo de eso a Clitheroe: las ansias por probar algo nuevo, la emoción de hacer algo simple pero bien, la felicidad de pasar las horas que se estiran desde la tarde hasta la noche junto a las personas que amas.

¿Acaso cada bar que sirve snacks debe ser un bar de tapas? En absoluto. Pero hay cierta comprensión alrededor del concepto en el Reino Unido—España es un destino turístico común, y la cultura y costumbres están intrínsecamente ligadas a momentos felices de disfrute y relajación para los británicos. Si bien no queríamos que Corto se enfocase exclusivamente en los vinos y productos de la península ibérica, encontramos que era difícil hablar sobre “picadas deliciosas” servidas con cerveza, vino y sidra, y “vibras relajadas y divertidas” sin usar palabras como “pintxos” o “tapas.”

De la manera como lo habíamos imaginado, Corto habitaría un espacio entre el generoso e igualitario bar de tapas; el acogedor y familiar pub británico tradicional; y el creativo e inconvencional (pero muchas veces reservado) mundo del restaurante elegante.

En nuestro lugar, decidimos que las bebidas serían las estrellas y la comida el actor de reparto, y que esto diferenciaría a Corto de cualquier bar clásico de tapas. Se daría el mismo respeto a la sidra natural que al Champagne y las codiciadas cervezas de fermentación mixta. Nos sentíamos tan inspirados por restaurantes de renombre como The Moorcock Inn en Norland Moor, Halifax o Where The Light Gets In en Stockport, Manchester: Ambos ofrecen cervezas, sidra y vinos naturales en sus menús porque las aman, y porque merecen estar allí. De la manera como lo habíamos imaginado, Corto habitaría un espacio entre el generoso e igualitario bar de tapas; el acogedor y familiar pub británico tradicional; y el creativo e inconvencional (pero muchas veces reservado) mundo del restaurante elegante. 

Es importante hacer notar, que el bar era aún imaginario mientras hacíamos esos planes. Pasábamos por el local en nuestras caminatas diarias, sin finalizar el contrato de alquiler, viendo el espacio vacío. En una oportunidad empujé la puerta, para explorar como sería entrar libremente. La madera pintada estaba tibia.

LA LLEGADA DEL COVID A LA CIUDAD

A medida que el año se prolongaba, nuestra optimista fecha de apertura en Septiembre de 2020 se volvió cada vez más risible. Pubs abrieron sus puertas de nuevo en Agosto con medidas de distanciamiento social, pero nosotros no estábamos ni cerca de mudarnos, debido a atrasos consecuencia de la pandemia. Decidimos comenzar a hacer lo que podíamos para construir nuestra marca, durante el tiempo en el que el bar físico estuviese fuera de nuestras manos. 

En el cumpleaños de mi amiga durante un receso en los confinamientos, sentada con una pinta de White Witch de Moorhouse en el jardín cervecero de The Calf’s Head en Worston, al pie de Pendle hill, en zapatillas deportivas y vestimenta a prueba de agua, lancé nuestro sitio web y cuentas de redes sociales en mi viejo y destartalado teléfono móvil. No podíamos abrazarnos, así que en su lugar chocamos nuestras copas, aún de manera ilícita, luego de meses de separación. La cuenta de Instagram de Corto se convirtió en un éxito inesperado. Comenzamos a llamarnos “el bar hipotético favorito de todos”, compartiendo publicaciones de negocios locales y fotos de nuestra área—haciendo lo que podíamos para atraer personas, y compartir cualquier plataforma, construyendo nuestra comunidad.

Me sentí enferma con COVID-19 el 19 de Octubre de 2020. Como muchas personas que desarrollan la versión “leve” del virus, no fui al hospital, pero estuve cerca de hacerlo. Recuerdo tres ocasiones distintas en las que Tom empacaba mis cosas para llevarme al auto. Mis pulmones se sentían como un pegamento, como si hubiesen sido llenados con hipoclorito, como si estuvieran incendiándose a través de mi cavidad toráxica y derritiéndose dentro de mi. Mi caja toráxica parecía suelta, como si mis huesos fuesen menos densos, y reposar de lado se sentía como si mis huesos se aplastaran en contra de mis tejidos blandos dentro. Mi corazón latía irregularmente, asegurado por algunas cuerdas de bungee, una bolsa de papel hiperventilando en mi pecho. Me sentía exhausta y delirante, y al mismo tiempo con frío. Me iba a la cama cada noche rogando por alguna leve señal de mejoría, y despertaba en las primeras horas de la mañana jadeando en mi almohada. Una noche soñé que tomaba una dulce cerveza Brown Ale en Berlín con Anthony Bourdain. Lo más milagroso de este sueño es que aparentemente le dije a Tom que estaba respirando libremente. No recuerdo haber dicho esto. Escribí un tweet sobre ello pero tampoco puedo recordar haberlo hecho.

Esas semanas fueron extenuantes. Me había permitido pensar que seríamos capaces de crear algo especial en nuestra comunidad sin importar que; la oscura voz de la depresión me decía que estaba equivocada—era todo ego, imprudencia, ingenuidad, estupidez. Continué publicando en nuestro instagram estando enferma, explicando de manera honesta nuestra ausencia, segura que pronto tendría que renunciar y eliminar la cuenta. 

En su lugar, la gente comenzó a respondernos como si ya fuésemos parte de sus vidas, deseándonos suerte. Corto era algo de lo que Tom y yo conversábamos para ayudarnos a creer que vendrían mejores días en algún lugar en la distancia. No nos dimos cuenta que el bar se convertiría en algo emblemático para otros, también. En mensajes directos, la gente me comentaba como ansiaba visitarnos cuando finalmente pudiésemos abrir. Nos preguntaban que tipo de música sonaría. Consultaban sobre reservas, pretendiendo que estaría abierto en cerca de un mes. Esas personas me estaban permitiendo vivir en esa fantasía, concediendome creer que aún podría suceder.

Cuando me sentí lo suficientemente bien para leerlos, esos comentarios se metabolizaron en motivación pura. Deseaba que Corto cobrara vida con el brillo y confianza que esas personas merecían. Luego de tres semanas confinada en casa, Tom me llevó en una corta caminata alrededor de campos cercanos. Lloré por lo abrumador de estar en exteriores, soslayado por el marchitamiento típico de finales de Otoño de los helechos de Pendle, mis pasos se sentían cortos en un planeta vasto y desconocido. Las cosas habían cambiado, extrañaba ver las hojas caer. Las últimas golondrinas habían desaparecido. Me sentí fuera de ritmo, atrapada entre dos vidas, profundamente deprimida y desgastada hasta mis elementos básicos, pero irreal, etérea. E incluso aunque mi organismo no funcionaba como solía hacerlo, sabía que debía continuar construyendo ese sueño. No era una cuenta de Instagram sobre Actitud Mental Positiva por la cual me sentía culpable. Se había convertido en un lugar en la distancia que trataba de alcanzar, alguna estrella acercándose, y estaba por suceder.

En retrospectiva puedo ver fechas en las que nos reunimos con constructores, y una fotografía de una botella de Champagne—comprada en una tienda local; no teníamos inventario aún—que marcó el día en el que finalmente firmamos nuestro contrato de alquiler. Fuera de las oficinas del bufete de abogados, celebramos chocando las manos, preguntándonos luego si lucíamos como el divorcio más amigable de la historia.

El mes siguiente estuvo lleno de vaivenes. Kate Major, gerente de The Rutland Arms y The Crown Inn en Sheffield, y nuestra mentora, sugirió que llevara un diario con el cual pudiese reflexionar sobre este momento y saborear nuestros logros una vez que hubiese la suficiente distancia para apreciarlos. Lo intenté, Kate, pero en lo único que podía enfocarme era en avanzar. En retrospectiva puedo ver fechas en las que nos reunimos con constructores, y una fotografía de una botella de Champagne—comprada en una tienda local; no teníamos inventario aún—que marcó el día en el que finalmente firmamos nuestro contrato de alquiler. Fuera de las oficinas del bufete de abogados, celebramos chocando las manos, preguntándonos luego si lucíamos como el divorcio más amigable de la historia.

AQUÍ VAMOS, AQUÍ VAMOS PARA SIEMPRE

“¿Sabían que pueden bajar al subsuelo?” nuestra siempre jovial arrendadora nos comunica, en una visita final para organizar nuestras alarmas contra incendios. No lo sabíamos. Acordamos no hacer mención de los problemas de almacenamiento en favor de nuestra cordura, sin idea alguna sobre como sortearíamos los desafíos de gestionar un inventario en un lugar tan reducido. Tom apenas había terminado de tener pesadillas sobre tener que llenar el piso principal con baños.

“La cubierta está bajo la escalera, en la despensa”

Cuando ella se retiró, halé una placa de contrachapado que cubría el agujero, y apuntamos las linternas de nuestros celulares hacia la nada. Un suelo de concreto. Bajamos una serie de escaleras y Tom desapareció por un momento. Al regresar lo hizo riendo.

“Es enorme,” dijo, trepando de la cubierta, cubierto de telarañas. “¡Una bodega apropiada! Mantuvimos la fé.”

Las regulaciones en el Reino Unido significaron que en Diciembre de 2020, los negocios “esenciales” podían seguir operando. En el verdadero estilo británico, eso incluía tiendas de conveniencia—sin licencia, donde se comercializa alcohol. Fueron nuestros constructores quienes mencionaron la idea de abrir una tienda en principio. Tomó una semana colocar una pared temporal y traer las estanterías desde la bodega. El 9 de Diciembre de 2020, Corto inauguró como una tienda de cerveza artesanal, vino natural y sidras. En nuestro primer día tuvimos casi 200 clientes, y cada uno de ellos tenía alguna palabra maravillosa de apoyo que decirnos, incluso a pesar de las filas de personas que se extendían a lo largo de la calle. Recuerdo estar de pie en el espacio detrás del muro temporal, apartada de la feliz y conversadora gente del otro lado de la caja registradora, y comencé a llorar. No me permitía creer que pudiese haber salido tan bien. Pasar de meses de oscuridad y aislamiento a un radiante espacio de dicha y positividad fue más de lo que hubiese podido esperar.

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Desde entonces, las circunstancias han cambiado nuevamente, y estamos operando como una tienda web y servicio de entregas local. Las puertas de Corto continúan cerradas para clientes en el sentido físico, pero hemos tratado de mantener un sentido de comunidad y cercanía en nuestros mundos en línea. No obstante, como cualquier dueño de bar te dirá, simplemente no es lo mismo.

El confinamiento existe para mantenernos a salvo, pero el efecto dominó para Corto y para miles de negocios como el nuestro, es remover todo aspecto personal, dejando solo las ventas. El software que usamos para gestionar nuestra tienda web nos muestra como podemos engatusar a los clientes, y me recrimina por no tomar mejor ventaja de los buscadores. Me ha tomado semanas sentirme con la capacidad de negarme y decir, que te den!. No quiero exprimir cada centavo de nuestros visitantes. No somos un comercio en línea, y apenas hemos dejado de resentirnos por vernos forzados a convertirnos temporalmente en uno. 

Nunca nos engañamos pensando que nos haríamos ricos con esto. Esto es la culminación de nuestros objetivos separados de vida, ensamblados como una unión tsugite de madera—lejos de ser perfecto, mas a través del trabajo y la dedicación; la práctica esmerada y metódica; y un poco de talento. Esas cortas semanas de comercio al por menor a cada lado de la navidad nos mostró que a pesar de los tropiezos, estábamos en lo correcto al conservar la fé. De tantas maneras tan pequeñas pero significativas estábamos viendo comenzar a prosperar los frutos de lo que habíamos sembrado a través de la tierra invernal. 

Durante un tiempo no tuvimos una respuesta real para quienes nos preguntaban por qué continuamos haciendo esto, y por qué en este momento. Hasta que no logremos abrir las puertas y dar la bienvenida a los comensales a pasar un tiempo junto a nosotros, no esperamos que se nos comprenda del todo. Pero a medida que las cosas han progresado, las razones se han solidificado por sí mismas. Trabajar con las personas es para lo que somos buenos. El mundo de la cerveza, vino y sidra en donde se supone que debemos encontrarnos. La vida es corta y debe ser disfrutada. Clitheroe es nuestro hogar. Eso es todo lo que cuenta.

Textos, Katie MatherIllustraciones, Ryan Troy Ford Language